Balneario, cabinas con chorros a presión, sauna y tratamientos de todo tipo. Este lugar cuenta con los servicios propios de un spa exclusivo, la diferencia está en que es para autos y se encuentra en los talleres 2B, 4 y 5 de la fábrica de SEAT, en Martorell (Barcelona). Durante 6 horas, cada carrocería se somete a todo un ritual de belleza en la zona de pintura para garantizar que cuando salga a rodar, lo haga con su mejor color.
Un circuito termal en el taller.
El ritual empieza en la zona de baños, un espacio de más de 51, 500 m2, con 314 trabajadores y 32 robots al servicio de cada automóvil. Aquí le esperan nueve lavados por inmersión, alternados con otros cinco por aspersión, además de la aplicación de pastas. “Así conseguimos proteger la carrocería de la corrosión y eliminar el riesgo de filtración de agua e incluso de ruidos, a base de sprays insonorizantes”, explica Javier Pérez, responsable de Pinturas de SEAT.
Como en las saunas finlandesas.
No hay ningún tratamiento al que se someta el vehículo, tanto en la zona de baños como en las demás áreas de este peculiar spa, que no acabe con el secado y la fijación. Es por eso que los hornos son clave. Hay seis a lo largo de todo el proceso de pintura. “Cada fase exige una temperatura, de entre 45 y 180 grados y también un tiempo muy determinado que oscila entre los 30 y los 35 minutos”, detalla Pérez.
El ritual de color.
Y ahora sí, el auto está listo para entrar en el taller 5: 119, 500 m2, 587 trabajadores y 175 robots dedicados única y exclusivamente a embellecer la carrocería. Lo primero es elegir el tono entre una amplia paleta. “Los colores son cada vez más sofisticados y la personalización se impone como una clara tendencia”, comenta Jordi Font, del departamento de Color&Trim de SEAT. El Arona, por ejemplo, tiene más de 68 combinaciones posibles y para el nuevo León tampoco es fácil decidirse entre tonos tan exclusivos como el gris Magnetic, los rojos Desire o Emoción, el blanco Nevada, el azul Mistery o el negro Midnight.
Pintu-terapia.
Así como en los demás spas se usa el poder de los chorros de agua a presión como terapia, aquí lo que se utiliza es pintura. Concretamente 2.5 kg de esmalte por cada vehículo. Se hace en cabinas escrupulosamente preparadas para ello, con un sistema de ventilación que no deja entrar la más mínima partícula de polvo, con una temperatura de entre 21º y 25º C. En ellas, 84 robots se encargan de pulverizar el color. En total aplican siete capas, finas como un cabello, pero a la vez tan resistentes como una roca. “Lo que buscamos es conseguir un aspecto visual excelente a la vez que muy duradero en el tiempo”, asegura el responsable de Pinturas.
Cromoterapia anti-impurezas.
Es el último de los tratamientos, el que comprueba que todos los demás han funcionado a la perfección. Bajo una luz rojiza, el vehículo se desliza a través del escáner. Son 43 segundos durante los que se sacan nada más y nada menos que 50 mil 568 fotografías. Hay 28 cámaras que capturan 42 imágenes por segundo. Todo para revisar milimétricamente la carrocería y comprobar que no hay ninguna impureza o imperfección. Tras pasar por el spa de los autos, éstos están listos para salir a rodar con su mejor color.
